Mujeres.

Si usted piensa que la reflexión en torno a la mujer y su rol terminó cuando las hippies que quemaron sostenes y marcharon en pro del aborto seguro y la pastilla anticonceptiva murieron, está sumamente equivocado (a). El cuestionamiento en torno al rol social y existencial de nosotras como género sigue estando tan vigente como antes. No sólo porque aún no hemos podido conquistar totalmente ciertos espacios sociales, sino porque existen un montón de reflexiones que nosotras mismas no realizamos respecto a nuestra identidad, tanto a nivel personal como colectivo.

Ya lo dijo Simone de Beauvoir en el segundo sexo: No hay ninguna razón fisiológica que haga de las mujeres el sexo débil. Sólo son las construcciones sociales las que nos relegan a nuestro eterno papel de alteridad, siendo siempre un otro diferente y postergado a un segundo plano en un mundo donde las estructuras de poder siguen siendo esencialmente masculinas. No es mi intención repetir ni enumerar las múltiples diferencias que hacen nuestra vida profesional, por ejemplo, mucho más difícil que la de los hombres, sino poner en evidencia un alcance que creo no ha sido dimensionado en su total magnitud.

“Las mujeres no dejarán de ser nunca el segundo sexo mientras se sigan perjudicando entre ellas” es una frase que pensé por una situación puntual, y que me pareció bastante acertada. Cuentos, historias, comentarios, sobre la mina que caga a la otra, el pelambre, la burla, la envidia, sobran y se multiplican de manera exponencial en cualquier círculo- red social. Claramente en este tema nadie podría tirar la primera piedra. Sobre todo en estos tiempos, donde resulta tan fácil informarse de manera superficial de la vida de otros. Pero siento que hay una sutil y gran diferencia entre hacer un comentario sobre algo objetivamente malo, y hacerlo con mala clase. El punto es que, las mismas mujeres son quienes objetan a sus pares con modelos masculinos, machistas y retrógrados. Podría afirmar que he escuchado muchas más veces a una mujer tratar de “maraca” a otra que a un hombre diciendo lo mismo. De esa manera es como ellas mismas perpetúan un modelo que nos perjudica a todas por igual, nos rebaja y discrimina. Y no solo a quienes reciben los insultos, sobre todo a quienes los pronuncian. Porque, chiquillas lindas, hablar de sexo no te convierte en puta.

Supongo que esto es un llamado a la conciencia. A entender que deberá llegar un momento en que, espero, seremos todos iguales y más felices. Pero primero, es necesario que los espacios los conquistemos entre todas.


PS: La Revista Garçons, tal como dice en el index, "es un sitio de contenido erótico que puede resultar ofensivo para algunas personas".

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