Al oído del Cristo
Poema de Gabriela Mistral, del libro Desolación. I Cristo, el de las carnes en gajos abiertas; Cristo, el de las venas vaciadas en ríos: estas pobres gentes del siglo están muertas de una laxitud, de un miedo, de un frío! A la cabecera de sus lechos eres, 5 si te tienen, forma demasiado cruenta, sin esas blanduras que aman las mujeres y con esas marcas de vida violenta. No te escupirían por creerte loco, no fueran capaces de amarte tampoco 10 así, con sus ímpetus laxos y marchitos. Porque como Lázaro ya hieden, ya hieden, por no disgregarse, mejor no se mueven. ¡Ni el amor ni el odio les arrancan gritos! II Aman la elegancia de gesto y color. y en la crispadura tuya del madero, 15 era tu sudar sangre, tu último temblor y el resplandor cárdeno del Calvario entero, [34] les parece que hay exageración. y plebeyo gusta; el que Tú lloraras y tuvieras sed y tribulación, 20 no cuaja en sus ojos dos lágrimas claras. Tienen ojo opaco de infecunda yesca, sin virtud de llanto, que limpia y refres