sin título

Me siento un poco triste hoy. Raro, extraño. Hace un par de días encontré algo que escribí el año pasado, cuando entendí algo importante de la vida. Puntos de inflexión que le llaman. Nunca lo subí, porque no me parece muy apropiado para un blog. Pero qué importa. Si las personas precisas llegan, y entienden. Para el resto, sólo un texto más entre los múltiples discursos en esta época donde todos gritamos con demasiadas ganas, pero muy despacio.
No creo que esté terminado, como ninguna cosa en el mundo, la verdad.



Las in-cuantificables tramas de pensamiento que se tejen en mi mente convierten mis momentos de soledad en un constante ir y venir de ideas, conceptos que recojo a partir de experiencias o del constante devenir de aquellas certezas que, si bien siempre terminan destruidas, configuran aquellos momentos que en el posterior relato de nuestras vidas convertimos en “etapas”. O sea, un lapso (pensé en decir “pedazo”, luego pensé que el tiempo no es tangible, aunque me gustaría poder masticar y tragar algunos momentos de mi vida) de tiempo donde reconocemos y construimos ciertas características de nuestra individualidad y marcan el inicio o término de procesos donde el prisma bajo el cual cuantificamos y cualificamos los sucesos del constante acaecer se mueve delante nuestros ojos y adopta una posición que configura la perspectiva de nuestra impresión de las cosas, y por lo tanto de manera de nuestro actuar.
Me pasa cada cierto tiempo, a veces en sueños, otras en aquellos instantes de vigilia, ese limbo donde llegamos cuando nuestros últimos pensamientos de la noche se confunden con nuestro inconsciente, que palabras e ideas fluyen con una facilidad impresionantemente lúcida. Pero lo único que de manera conciente queda de eso es la sombra de aquella lucidez; el concepto se pierde en la profundidades inexplorables (¿o inexploradas?) de mis pensamientos. Me reconozco, sé lo que sé, y en conversación mis ideas fluyen de manera espontánea, enriquecedora; pero a veces traspasarlas a lo tangible pero abstracto que es el proceso de escribir resulta un parto para mí. Las consideraciones estilísticas que he adquirido durante este semestre recién pasado en la universidad a veces juegan en contra también. Que escribir en párrafos cortos, que el respeto por el lector, que la reflexión demasiado erudita en desmedro del texto periodístico. ¡Pamplinas!. Escribir es un proceso dialéctico que requiere disciplina, pero en el fondo es un desarmar y sangrar constante. Desarma y sangra. Antes más sangré que desarmé, ahora espero desarmar para crear más sangre. Para que por mis venas fluya más energía, más ideas, y que esta llegue a mi cerebro para ayudarme a pulir mi mente, y así volver a sentir el empoderamiento que te otorga la conciencia. En realidad aun lo siento, más bien hoy lo siento más que nunca, pero necesito empezar a construir.
Cuando el proceso de llevar a cabo la concretización de las ideas, que al mismo tiempo es abstracción de éstas se convierte en disciplina y en necesidad a la vez, la mente comienza un proceso casi espontáneo de configurar frases en torno a un discurso. No al discurso entendido como la mera transmisión de ideas sin un orden mayormente planificado, sino a ese discurso que está imbuido de recursos retóricos, que es apelativo y conativo, y que al mismo tiempo adquiere un ritmo y un estilo que definen la forma de expresarse de cada uno, la capacidad de convencer, y que se entrama con la seducción, esa forma que en algunos es espontánea, y que para que se presente en otros es indispensable la interacción, que mirándolo desde una forma radical, implica el ganar o el perder, el convencer o no convencer.
Se de personas que enfrentadas a la lucidez de las ideas que se producen en el limbo, son capaces de manejarlas, o sea, se encuentran en un estado superior de manejo de las ideas. “desperté con poesía” me dijo alguien hace poco. Yo sólo despierto con nebulosas. Eso puede ser porque disciplinada no he sido nunca, escribir tampoco es mi hobby. No obstante el proceso de mi conciencia me ha llevado a esto, a la necesidad de dejar de vomitar en el papel y manejar mi discurso, moldearlo, pulirlo. Básicamente siento que puedo hacer todo lo que quiera en la vida. Sin siquiera sentirme cien por ciento en cuanto a muchas variables, la lucidez y la conciencia con la cual me muevo, el haberme encontrado con alguien que vive o vivió procesos parecidos a los míos, pero que maneja con mucha mayor claridad su discurso y su prosa, me cae de cajón en este momento. Porque lo siento incapaz de difuminar mis bordes, yo me siento incapaz de difuminar los de él, sin embargo desechando de plano la idea del consenso, el flujo de ideas, energías y sentimientos merece un adjetivo que en este momento no podría elegir.

Comentarios

  1. volé, es hip hop por momentos y del bueno.

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  2. Acelerado comenté, debido a mi alucinación, llevando un tercio de la canción, y ahora que la termino, despues de llegar a mis ojos, mi única risa de la noche-gracias-, me arrepiento por apresurarme al comentar, porque es hip hip todo el rato, entiendiendo el hip hop como la superación de la poesía. Demasiado bueno.

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