Desprenderse

Hay momentos en que la vida te agarra de punch in ball y te da duro como una pelea de todo vale. En las últimas semanas, casi me quedo sin pololo, sin plata y sin casa. Para coronar estos tiempos de INSTANT KARMA, ayer perdí mi billetera con las últimas 20 lucas que tenía, las que había sacado recién del cajero con la intención de hacerlas durar para siempre. Obviamente ahí también iban todos mis documentos. LLoré, desconsolada y frustrada en la Plaza de Armas, en medio de peruanos y colombianos que me miraban con la misma indiferencia con que reciben acá al inmigrante latino. Y bueno, qué más da. No es la primera vez que me pasa y dudo mucho que sea la última. Me gusta pensar que ya no sufro por las cosas materiales, que no debo preocuparme porque sé que estoy rodeada de muy buenos amigos y gente que me quiere bien. La lucha contra la angustia capitalista jamás cederá, pero ejercitar el desprendimiento siempre le hace bien al espíritu.

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