La Novela Luminosa y la estética de ser pobre


Hace un par de años llegó a mis manos "La Novela Luminosa", un libro del escritor uruguayo Mario Levrero, quién muchos años atrás me cautivó con un relato cortito, pequeño, lleno de puertecitas y dimensiones llamado "El lugar". Lo devoré en sólo una tarde de la vida que tuve en Valparaíso, fumando desparramada en una pera que compré en Casa Ideas y cuyo paradero hoy desconozco.
No sabía nada más de él, pues mi relación con la literatura siempre ha sido de ires y venires, poco sistemática, a veces olvidada y otras cuantas llena de belleza. "La Novela..." fue  uno de esos encuentros bellos, sorprendentes, esas obras que te vuelan un poco la cabeza y llenan el espacio de cavilaciones.
Me sentí muy identificada con la crudeza que usa Levrero para hablar de si mismo. De una u otra forma, este libro ha estado presente en mi desde que lo leí; se transformó en un referente de lo que siento que puede ser la escritura como ejercicio de (auto)análisis. Hoy encontré esta columna, donde la definen como "un ejercicio de psicoterapia autista". Quizás otro día me refiera a mi relación actual con la psicoterapia, pero amé mucho esa frase: es muy bello cuando alguien más sabe cómo poner en palabras eso que siempre pensaste. 
También citan esta otra frase: "Mis soluciones suelen ser eficaces, pero generalmente son antiestéticas y parecen una forma de excentricidad. No es así: son las soluciones prácticas de un hombre pobre que debe arreglarse con lo que tiene". Me cautiva mucho la relación entre la estética y las clases sociales, cómo la capacidad de encontrar belleza tiene un correlato directo con cuánto pensamos las cosas, y el pensar las cosas con las posibilidades materiales de acceder al conocimiento. Hace años escribí sobre eso y sigue siendo una de mis producciones literarias que más disfruto.
Afortunadamente, creo que he sido capaz de sobreponerme a algunas de mis condiciones materiales e ir afinando mi gusto, encontrando cada vez más belleza en la vida, en las relaciones, en el arte. Identificarse con una obra, con un relato, con un sentimiento, así como me pasa con Levrero.

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