No hay que olvidar el dolor.

I

Tengo un recuerdo vago del sufrimiento, me cuesta situarlo, me cuesta rememorarlo en su magnitud. Sé que he tenido mucha pena, sé que lloré mucho en mi infancia. Recuerdo haber pensado, ¿Por qué me ha tocado esto? Otros estaban llenos de amor, personas suaves, atentas, cariñosas. Necesité mucho amor en esa época. Recuerdo el frío y la textura de los abrazos de mi papá, sus manos con olor a cigarro. A veces -sólo a veces- me miro y veo a esa misma niña que reniega de sus relaciones, porque siente que el amor verdadero está allá afuera, entregado por azar a otras personas, a otras Paulas.

II


Oliver tenía una teoría que llamaba “Amor, etcétera”: en otras palabras, el mundo se divide entre las personas para quienes el amor lo es todo y el resto de la vida un mero ‘etcétera’, y las personas que no valoran el amor demasiado y para las que la parte más interesante de la vida es el ‘etcétera’.






 




Elegí el amor como refugio porque primero me cobijé en las novelas. Otros relatos, otras vidas. El arte salva y el arte está dedicado al amor. Era inevitable.

 

Comentarios

  1. Siento que no puedo elegir, no se me da. Lo que estoy haciendo, es aprender a aprehender la pasión, poder mantenerla, ser constante, disfrutar los procesos, tanto en el amor como en el etcétera (Y me falta la pura capa pa ser SÚPER FELIZ) Te amo, escribe más seguido.

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